El lagrimeo excesivo (epífora), constituye un motivo frecuente de consulta y preocupación entre los pacientes. Sin embargo, son numerosos los factores etiológicos, que pueden llevar a esta condición. Este puede tener un origen funcional o anatómico de la epífora.
Las obstrucciones funcionales suelen ser secundarias al fracaso de la bomba lagrimal, mientras que la obstrucción anatómica es debida a un obstáculo físico a lo largo de la vía lagrimal que impide el drenaje de esta en la cavidad nasal. Esta patología, causa dificultades, en las actividades diarias de los pacientes, tales como leer, conducir, trabajar, pudiendo afectar también a la estética del paciente.
El buen funcionamiento del aparato lagrimal es fundamental para mantener nuestro ojo en buen estado y sano. Constantemente estamos produciendo lágrima, que ejerce una función de hidratación y lubricación de la superficie ocular. Al mismo tiempo, las lágrimas nos protegen de la agresión de agentes irritantes externos, evitando así la aparición de posibles heridas e infecciones
Ojos llorosos como manifestación de un problema ocular
En aquellos pacientes donde el conducto lagrimal no presenta un buen funcionamiento, la lágrima no puede circular con normalidad y se obstruye su drenaje. Al mismo tiempo, se puede acompañar de irritación, inflamación y enrojecimiento ocular, entre otros síntomas. Esto es lo que se conoce como lagrimeo constante (epífora ocular), un problema que en muchos casos puede esconder como causa un trastorno ocular.
La sobreproducción de lágrimas puede deberse a múltiples causas, entre las que destacan: alergias, traumatismos en la zona ocular, infecciones, tales como la conjuntivitis, blefaritis o queratitis. Del mismo modo pude ser debida a una irritación del polo anterior, debido a, alteraciones en las pestañas, a la presencia de un cuerpo extraño, o algún tipo de abrasión, por ejemplo.
De la misma manera es una causa del exceso de producción de lágrimas la sequedad ocular, esta es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular, caracterizado por una pérdida de la homeostasis de la película lagrimal acompañada de síntomas oculares. En caso de pacientes con ojo seco, se produce un déficit de la lágrima en el ojo, que genera irritación ocular, la glándula lagrimal se sobreestimula de forma refleja y se originan episodios puntuales de lagrimeo excesivo.

Al mismo tiempo, los daños en la superficie de la córnea (queratitis), las malposiciones de los párpados (ectropión y/o entropión), también pueden producirlo, así como defectos de refracción tales como miopía o astigmatismo.
Los ojos llorosos (epífora ocular) pueden estar acompañados de otros síntomas, como:
- Ardor o irritación ocular.
- Ojos rojos.
- Alteraciones visuales.
- Sensibilidad a la luz.
- Sensación de tener un cuerpo extraño.
La dificultad en el drenaje de la lágrima puede ser congénita (desde el nacimiento) por obstrucción en una de las partes de los conductos lagrimales o funcional, por malposición palpebral o mal funcionamiento de la acción de bombeo de la vía lagrimal.
¿Cómo tratar el exceso de lágrima (epífora)? Solución para los ojos llorosos
Con el fin de tratar eficazmente a estos pacientes, se debe realizar una adecuada historia clínica, con un examen físico enfocado y test diagnósticos apropiados para identificar correctamente la causa del lagrimeo. En ellos se realizará una exploración física oftalmológica, sistemática, empezando por la realización de una inspección facial y del área periorbitaria, deformidad nasal y asimetría facial. Dado que la epífora presenta una etiología multifactorial, el tratamiento se trata de aplicaciones específicas para cada tipo de situación, por lo que dependerá del diagnóstico realizado previamente por el especialista.
Afortunadamente, hoy en día contamos con un amplio abanico de opciones de tratamiento que pueden aportar gran calidad de vida y mejoría para todo aquel que padezca de este problema, consiguiendo unos resultados satisfactorios con un alto índice de seguridad y eficacia.

En algunas situaciones, la afectación es mínima, y causada por factores externos, en estos, se puede hacer uso de colirios con medicamentos antibióticos para tratar las infecciones oculares, como la conjuntivitis bacteriana. Se puede hacer uso de compresas y suero fisiológico para limpiar la estructura ocular y mantener los ojos libres de secreciones y legañas. En caso de presentar un ojo seco, el tratamiento esta formado por diversas alternativas, que conllevan desde lagrimas artificiales, tapones lagrimales o tratamiento mediante luz pulsada.
En otros casos más complejos se aplican tratamientos de mayor agresividad. Estaría indicada la cirugía, en aquellos casos de obstrucción de la vía lagrimal. De forma general se trata un tratamiento ambulatorio con anestesia local que no supone grandes complicaciones. Hay situaciones, en las que se valorará una intervención quirúrgica más compleja. Para la obstrucción del conducto lacrimonasal, se realiza la dacriocistorrinostomía. Se fundamenta en la creación una nueva vía para que las lágrimas vayan desde el saco lagrimal hasta la nariz, evitando el conducto lacrimonasal obstruido. De manera general se trata de una cirugía ambulatoria, que se realiza bajo anestesia local con sedación. La elección del tratamiento depende de la causa del lagrimeo, por esta razón, es imprescindible realizar un correcto diagnóstico.
¿En qué consiste la operación de los párpados?
Con esta técnica, pretendemos reparar el descolgamiento y la flacidez de la piel del párpado superior, que se produce a causa del envejecimiento, por desarrollo excesivo de tejido y la acción de la gravedad. Así, conseguimos tensar la musculatura del párpado y despejar la mirada, obteniendo un resultado de rejuvenecimiento y sensación descansada.
Se trata de una intervención sencilla y de corta duración, en la que se realizan microincisiones a lo largo del pliegue del párpado superior que posteriormente quedarán ocultas en el pliegue natural gracias a las finas suturas intradérmicas.
Esta intervención nos permite resecar las molestas bolsas de los ojos que dan apariencia de hinchazón, eliminando el exceso de grasa que en ellas se acumula.
La técnica se realiza vía transconjuntival, lo que permite retirar los acúmulos grasos sin afectar ninguna de las estructuras del párpado, con la gran ventaja de no presentar cicatriz visible.
Consiste en la combinación de las dos técnicas anteriores en aquel paciente que lo necesite.
Preguntas frecuentes
En general, se recomienda evitar frecuentar lugares con exceso de humo, contaminación o condiciones que favorezcan la sequedad ocular. Al mismo tiempo, se recomienda no abusar de pantallas electrónicas o dispositivos tales como móviles y ordenadores. Asimismo, debe hacer un uso adecuado de las lentes de contacto y trabajar en un entorno de buena iluminación, evitando forzar en exceso la vista. Mantén una buena higiene ocular.
El lagrimeo rara vez es una urgencia, se debe acudir al médico si presenta síntomas y signos prolongados, o en estas situaciones concretas:
- Dolor intenso, sangrado o pérdida de la visión.
- Lesión grave en el ojo.
- Si un producto químico ingresa en el ojo.
Igualmente debe tener en cuenta que los síntomas de infección ocular pueden incluir, hinchazón, secreciones, dolor o problemas con la vista.
Los síntomas más frecuentes son la sensación de arenilla, lagrimeo, escozor de ojos, visión borrosa, fluctuante, y en algunos casos dolor ocular.
Algunos factores de riesgo te hacen más propensos a tener ojos secos, estos son:
- Tener más de 50 años, ya que la producción de lágrimas suele disminuir con la edad.
- Ser mujer. La ausencia de lágrimas es más común en las mujeres, especialmente si se encuentran relacionados con cambios hormonales, debido al embarazo, píldoras anticonceptivas o la menopausia.
- Uso de lentes de contacto o antecedentes de cirugías oculares.
Los pacientes podrán retomar sus actividades diarias, pasados unos días de la intervención. No es un postoperatorio doloroso, se recomienda reposo y no realizar esfuerzos vigorosos durante la primera semana. Conjuntamente, el paciente debe evitar sonarse la nariz durante los días posteriores a la intervención.